Madeleine Fenwick
Salón ACME No. 12
Proyectos Públicos
KOIK
Cause and effect exchange segments. Parts 1), 2), 3)
Elementos modulares de latón y cobre con rodamientos de bolas; se pueden desmontar y volver a montar.
The whirling Dervish - a study of movement in space between earth and air 20 componentes. Elementos suspendidos de acero electrocobrizado cortado con láser.
Girar, rotar. Ciclos naturales. Por un lado, ejes verticales que sostienen movimientos horizontales. Una mano se conecta al cielo, un pie se conecta al suelo: transiciones en espiral. Por el otro, vectores dibujados a mano de segmentos orgánicos irregulares de cobre, flotando. Un móvil, la tradición de arte cinético, un umbral.
Si el encuentro sucede, entramos al ritmo giratorio de formas orgánicas. Una vuelta tras otra y otra que en su rotación abren un tiempo cíclico: repeticiones que en su
iteración producen una composición.
"La composición misma es articulación: poner con elementos que se atraviesan y atraviesan en múltiples direcciones. Este atravesamiento se carga de sentido en el transcurso del trayecto entre, un poco como uno se carga de electricidad estática, mediante el frotamiento en esta brecha entre diferentes materias, diferentes dinámicas; diferenciación de potenciales, escribe la filósofa y coreógrafa Marie Bardet.
La cita de Bardet resuena cerca del trabajo de Fenwick, ya que la artista no sólo está interesada en la producción escultórica, en el totem que funciona como signo, sino en los atravesamientos que propician la composición escultórica: el movimiento entre materias humanas y no humanas.
Una articulación de elementos, que sin perder su carácter artístico lo desborda para echar a andar un ritmo con quienes están presentes. Cada correspondencia es
1 Las cursivas son notas de Madeleine Fenwick.
_________________________________________________________
posible gracias a la atención que pone la artista tanto en sus materiales como en su
interacción: el movimiento en espiral.
Cause and effect exchange segments. Parts 1), 2), 3), invita a la mirada a abandonar su posición central para considerar al ojo como órgano que baila al ritmo de la escultura. La visión va perdiendo foco: la demanda de nitidez se convierte en una meditación hospedada por la energía compartida entre el cuerpo escultórico y quien lo acompaña en su tránsito.
En The whirling Dervish la escala cambia, la piel del ojo se integra a todo el cuerpo para invitarlo a entrar a un pequeño salón de ritmos circulares. Esta coreografia es posible gracias a las 20 piezas de aluminio que la componen, las cuales están recubiertas de cobre pulido -cortado con láser mediante electrólisis- y pigmentos de origen marroquí molidos con aceites y resina de pino.
El peso de esta materialidad juega con la gravedad para abrir un movimiento que parte de una investigación de largo aliento sobre la danza-meditación que realiza la orden Derviche, cuyo origen se remonta a las prácticas del poeta sufi Yalal al-Din
Muhammad Rumi, en el siglo XIII, en lo que hoy es Turquía. Cuerpxs que giran sobre si mismx con los brazos extendidos.
Cuando comienza el giro, los brazos se cruzan sobre sí mismos mientras se "abren" sobre el pecho, puliendo el corazón. Este pulido es para quitar el óxido o las telarañas que han cubierto u oscurecido el corazón. Luego los brazos se cepillan y dejan caer el óxido a la tierra, soltando esas preocupaciones, telarañas y escombros. Luego, los brazos se levantan lentamente juntos, los lados exteriores (no las palmas) de las manos casi tocándose mientras levanta el centro, por el corazón y por encima de la cabeza. Luego, las manos abren la cortina, y una gira hacia adentro y hacia arriba y la otra hacia afuera y hacia abajo, el derviche abre la cortina entre los mundos: éste y el siguiente o el mundo visto y no visto.
La potencia visual de la escultura, se actualiza en la articulación entre materia y movimiento, lo cual cuida una intimidad "sin distancia ni identificación, de esos dos tiempos que ya no están separados: la sensación y la composición" (Marie Bardet)
_________________________________________________________
Si bien, la escultura siempre se ha pensado en relación con los cuerpos, en el trabajo de Fenwick la posición del espectador no es pasiva (recibir montos sensibles o de información), sino activa: la posibilidad de transitar una pequeña danza única, sea con la mirada o con el cuerpo entero.
El carácter coreográfico de la propuesta parte tanto de colaboraciones previas que ha realizado la artista -entre ellas destaca la residencia con la compañía nacional de danza de Malta, con la coreógrafa Rosemary Lee (2020)- como de un interés propioceptivo en las fuerzas, no siempre visibles, que sostienen el movimiento
Estados paradójicos de la materia, reacciones en cadena provocadas por un momento decisivo. Luz, particulas, ondas, vibraciones.
El espacio y el aire no son vacíos, sino que están llenos de la potencialidad de mallas invisibles de intercambio rítmico que danzan dentro de un delicado equilibrio. Como todas las moléculas de agua de la Tierra que vibran en un estado de flujo constante, desde el océano hasta la lluvia y el hielo. Otro elemento importante es el fuego dejarlo titilar, a sabiendas del viento.
El trabajo de Fenwick, como parte de Proyectos Públicos en Salón ACME No. 12, invita a un cambio de ritmo, a un espacio para volver la atención sobre nuestr cuerpx, sus rotaciones y su capacidad de compartirse con otras materialidades
Dejémonos llevar por él. Bailemos.

Texto curatorial por Sandra Sánchez
Back to Top